El nuevo Caravaggio
Con solo 35 años, el artista italiano Roberto Ferri( Tarento, 1978) ha conquistado Europa gracias a su técnica, la cual, ha sido comparada con la de Caravaggio.
Actualmente el mundo del arte se ha reducido a piezas que más que ser estéticamente atractivas, suponen un contenido conceptual que muchas veces resulta vago y poco interesante.
Entre artistas, coleccionistas y críticos de arte, se dice que “en el arte ya no hay nada nuevo ni propositivo”, tal vez Ferri viene a demostrarnos que el verdadero arte va más allá de una justificación vendible en feria de arte contemporáneo.
Expone actualmente su obra en Florencia.
Roberto Ferri tiene
35 años, pero su pincel no es de este siglo. Sus obras, herederas técnicas del claroscuro barroco, parecen haber
nacido en aquella Roma de finales del Renacimiento, pero irrumpen en pleno
siglo XXI con un poder arrollador.
Estamos ante un nuevo clásico que hoy causa furor en Europa
y está por descubrirse en Estados Unidos y América Latina.
Es la representación anatómica perfecta de cuerpos y lo
sagrado, en poses y expresiones que recuperan y actualizan los modelos clásicos.
Son imágenes de carne y deleite, transgresión y pesadillas
El público se rindió ante Ferri y sus paraísos perdidos,
luciferes, ángeles caídos, sirenas malignas y otras concupiscentes bestias.
El historiador de arte Maurizio Calvesi escribió: “Ahora el
‘anacronismo’ en la pintura de Roberto Ferri emerge en toda su literalidad de
recuperación de la pintura después de Miguel Ángel, concediendo sólo a un
instrumento de la modernidad: el surrealismo, el cual envuelve con sus formas
abstractas de intranquilidad visceral, con innegable sabiduría, pasión y
empatía, las paredes de los museos, entre la gracia y la morbosidad
sadomasoquista. Aquí es un surrealismo que tiene la capacidad metamórfica de un
Dalí, excepto que en Dalí es viscosa, en cambio, en Ferri es carnal”.
Roberto Ferri dice:
–Descubrí a Caravaggio y al barroco desde pequeño, mirando
un libro de mi abuelo. Desde entonces quedé fascinado con el tenebroso mundo de
la sombra y la luz radiante, fue así que quise hacer mía esa técnica, para
narrar mi mundo.
Ferri explica que nació a orillas del mar Mediterráneo, en
la sureña ciudad de Tarento en 1978. Desde adolescente se empeñó en estudiar
todo lo relacionado con la teoría y la práctica de la pintura. En particular,
sus investigaciones se enfocaron en el quehacer artístico del siglo XV hasta
finales del XVIII, enamorado de los maestros del claroscuro y el simbolismo, y
sobre todo de los grandes del academicismo y el dibujo como
Jean-Auguste-Dominique Ingres, Anne-Louis Girodet, Théodore Géricault, Charles
Gleyre, Frederic Leighton y William-Adolphe Bouguereau, entre otros, quienes lo
sorprendieron e incitaron a desarrollar lo que llama mi propia poesía.
En 2006, Roberto Ferri se graduó con honores en la Academia
de Bellas Artes de Roma, en la especialidad de escenografía, pero desde siempre
su principal labor la ha desempeñado frente al lienzo, convencido de que la
pintura tiene una nueva fuerza en diversas partes del mundo, lo estoy
descubriendo porque muchas personas me dicen que quieren aprender a pintar.
También comenta que lo sorprende la reacción que su obra
causa en el público. A diario recibe infinidad de felicitaciones a través de
Internet. En particular, las personas se admiran de que siendo tan joven esté
pintando ya con esa maestría. Ferri admite que ha sacrificado muchas cosas por
pasar no sólo noches enteras dibujando y pintando, sino horas y horas en los
museos, mirando la obra de los grandes autores, buscando esos secretos que no
se puede aprender en ninguna escuela.
En 2002, Ferri participó en su primera muestra colectiva
titulada Los animales y los dioses en la galería El Laberinto, en Roma. Al año
siguiente, también en esa capital, fue invitado a presentar su primera exposición
individual en el Centro de Arte Contemporáneo Luigi Montanarini.
De ahí en adelante los coleccionistas se arrebatan sus
obras, varias de las cuales pertenecen a acervos privados de su país como de
Londres, Dublín, París, Madrid, Barcelona, Nueva York, Miami, San Antonio,
Boston y Qatar.
Además de la armonía en las formas y la composición, caracterizadas
por un sentido de onirismo y por numerosas referencias a la antigüedad, cuyo
propósito es generar asombro y maravilla en el espectador, los críticos alaban
la férrea disciplina del pintor, quien señala a este diario: Dedico mucho
tiempo a cada cuadro, porque cada obra exige amor y aquello que me hace sentir
es indescriptible, trato de plasmarlo, de narrarlo de la mejor manera posible.
¡Es bellísimo!
– ¿Qué hay dentro de un artista tan joven que estalla con la
intensidad de tantos siglos en cada cuadro?
–Mi mundo interior está hecho de placer y dolor, Eros y
Tánatos, sueños y pesadillas, son las imágenes que llevo dentro, entonces, mis
cuadros son como ventanas abiertas a todo ello que es la parte más íntima, más
escondida, más hermética, pero también la más sensible.
Liberación del mal. Oleo sobre lienzo 150*150cm. 2013
Este cuadro representa una mujer alada, quizá sea un ángel
poseído del mal, representado por la serpiente, ella misma se lo está sacando
del brazo con una expresión tranquila en el rostro, por ese mismo motivo
resulta tan inquietante.
Te recomiendo visitar su página web.
Roberto Ferri ha pasado a ser uno de mis pintores favoritos, sin duda.
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