Paul Cézanne (1839-1906) fue
un pintor francés postimpresionista, considerado el padre de la
pintura moderna, cuyas obras establecieron las bases de la transición entre la
concepción artística decimonónica hacia el mundo artístico
del siglo XX, nuevo y radicalmente diferente. Sin embargo, mientras vivió,
Cézanne fue un pintor ignorado que trabajó en medio de un gran aislamiento.
Desconfiaba de los críticos, tenía pocos amigos y, hasta 1895, expuso sólo
de forma ocasional. Fue un «pintor de pintores», que la crítica y el
público ignoraban, siendo apreciado sólo por algunos
impresionistas y, al final de su vida, por la nueva generación.
Los jugadores de cartas (Les Joueurs de
cartes en el título francés original) es una serie de
cinco cuadros sobre el tema de la partida de cartas. Este en concreto es
el número 4.
Pertenece a la época de madurez (década de 1890) en la que
Cézanne produce sus principales lienzos. Ejemplifica los cuadros en los que los
personajes están fuertemente anclados en su decorado.
Los volúmenes están definidos de
manera geométrica, lo que confiere a los dos personajes una
dignidad clásica. Son dos campesinos que juegan a las cartas, con una
botella de vino en medio, en la que se refleja la luz. Distorsionando la
visión perspectiva, Cézanne logra que la atención se centre en una simple
escena de la vida.
Predominan tonos de los colores azul, amarillo y rojo. Esta
restricción cromática intensifica la sensación de austeridad formal. Las
pinceladas se presentan solitarias y sintéticas, como el reflejo sobre la
botella o el simple trazo que describe el ojo del jugador de la derecha. Pinta
con la técnica del facetado, lo que es evidente en la cara del jugador de la
izquierda. Éste lleva un sombrero de forma cilíndrica, lo que recuerda la
afirmación de Cézanne de que
«Todo en la naturaleza está modelado según la esfera, el
cilindro y el cono»
Cézanne no proporciona sólo una impresión, sino también una
descripción del sentido interno de la acción, como síntesis destinada a
permanecer en la mente bajo la forma del recuerdo.
A principios de 2012 uno de los cuadros de la serie se
convirtió en la obra de arte vendida por más dinero de la historia al comprarla
la familia real catarí a los herederos del
magnate griego Yorgos Embiricos por más de 250 millones
de dólares, aproximadamente 191,6 millones de euros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario